Fraude migratorio

Hace unas semanas, Montaña nos contó una historia. Marruecos. Al pueblo de mi madre, decía, llegan muchas barcas. La gente baja, llegada desde otros puntos del país, pensando que ya ha cruzado el Estrecho. No se dan cuenta hasta que llegan a una tienda. A una carretera con los caracteres arábigos. No hay ningún letrero de bienvenida para una persona ilegal, claro está. En el pueblo de mi madre, decía, hay gente que pensaba llegar a España y ha acabado teniendo hijos allí, en otro punto de su propio país.