el blog de los proyectos de Olga Berrios

Momentos creativos

Un año de experiencia con audiolibros

auriculares

Hace un año ya casi, a final de diciembre, me instalé Audible, con la cuenta de un mes de prueba. Llevaba un tiempo pensando que, durante mis paseos, escuchaba mucha música. A veces me cansaba. Y que quizá podría probar por si me gustaba. También me sumergí en los podcasts, pero esa es otra historia.

Una curiosidad: antes de Audible, consulté a una compañera que tiene baja visión qué aplicación usaba y si podría recomendarme alguno. Desde hace años, sé que ella usa los audiolibros y los descarga de una plataforma de ONCE. Así que, también en parte, mi acercamiento a los audiolibros vino por mi trabajo en la accesibilidad.

Me ha sorprendido -y entristecido- encontrarme un montón de rechazo hacia el formato cuando he intentado compartir la experiencia, emocionada, interesada por compartir. Pero hoy ya estoy aburrida de esa parte, así que me centraré en la experiencia.

(Por si alguien está con la preocupación y no puede seguir leyendo antes de saber la respuesta: no, no he dejado de leer libros en papel. Me siguen encantando. Por favor, una cosa no quita la otra. ¡Suma!)

Mi primer audiolibro

Lo cierto es que no pude empezar de forma más espectacular. Elegí el audiolibro de “El Conde de Montecristo” por las reseñas. Aunque, tras un año, más que audiolibro lo calificaría casi como teatro radiofónico. Fueron días sumergida durante horas en una obra de teatro maravillosa. Disfruté muchísimo sobre todo la primera y la última parte.

Qué audiolibros he escuchado

Desde entonces, creo que no consumo tantas horas, pero tampoco he parado de hacerlo. En este año, he acabado 27 títulos. He abandonado 4-5 títulos.

  1. “El Conde de Montecristo”, Alejandro Dumas
  2. “Los pazos de Ulloa”, Emilia Pardo Bazán
  3. “El silencio de la ciudad blanca”, Eva García Saénz de Urturi
  4. “Inés y la alegría”, Almudena Grandes
  5. “Bola de sebo y otras narraciones”, Guy de Maupassant
  6. “Morder la manzana”, Leticia Dolera
  7. “Nada”, Carmen Laforet
  8. “Rebelión en la granja”, George Orwell
  9. “El lector de Julio Verne”, Almudena Grandes
  10. “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, Robert Louis Stevenson
  11. “La carne”, Rosa Montero
  12. “Veinte mil leguas de viaje submarinas”, Julio Verne
  13. “El tiempo entre costuras”, María Dueñas
  14. “Las tres bodas de Manolita”, Almudena Grandes
  15. “Episodios nacionales. 9 de Marzo y 2 de Mayo”, Benito Pérez Galdós
  16. “Crónicas marcianas”, Ray Bradbury
  17. “La costa más lejana”, Úrsula K. Le Guin
  18. “Un mago de Terramar”, Úrsula K. Le Guin
  19. “El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde
  20. “Ofendiditos”, Lucía Lijtmaer
  21. “Cándido”, Voltaire
  22. “Monstruas y centauras”, Marta Sanz
  23. “Las tumbas de Atuan”, Úrsula K. Le Guin
  24. “Los pacientes del señor García”, Almudena Grandes
  25. “Una habitación propia”, Virginia Woolf
  26. “Patria”, Fernando Aramburu
  27. “Tehanu”, Ursula K. Le Guin

Sobre los audiolibros

  • Me ha supuesto una oportunidad de acercarme a clásicos, como veis, y leer muchos. Y eso para mí ha sido un éxito.
  • Quiero leerme todo de Almudena Grandes, que me tiene fascinada. Podéis comprobar que he empezado por sus “Episodios de una guerra interminable”. Eso sí: intento combinarlos con otros títulos por evitar saturarme y por toda la sensación de abatimiento e injusticia que te transmiten.
  • Además de todo de Almudena Grandes, mis favoritos han sido “Patria” y “Nada”. Por contenido y, además, espectacular interpretación.
  • Úrsula K. Le Guin es una de las autoras que más escojo para “relajar” un poco los contenidos más dramáticos. También he ido buscando lo más feminista en sus libros y, de momento, el que más destaca en ese punto es “Tehanu” (por fin, después de 4, que encima me he leído de forma desordenada porque no vi los números). Es un relato principalmente sobre las mujeres. En una tierra de magia, habla de la violación, del abuso, del poder.
  • El audiolibro que menos me gustó, no por contenido, sino por la locución, fue “Los pazos de Ulloa”. Como era el segundo, me hizo preguntarme si el resto de audiolibros serían como ese o más bien como “El conde de Montecristo”. Y la respuesta ahora es: ¡ninguna de las 2!
  • He leído también audiolibros con acentos hispanoamericanos. Fue muy graciosa la mezcla de todos los apellidos alemanes y franceses pronunciados con acento ¿mexicano?
  • El formato aún no me convence para los ensayos, aunque he de decir que creo tengo poca experiencia aún, ya que de todos los títulos creo que solo podemos decir que 2 (y medio si cuentas “Una habitación propia”, pero tiene un montón de descripciones) son ensayos.
  • En Audible encuentro faltas importantes de autoras reconocidas. Supongo que el catálogo irá creciendo. También subcategorías, por ejemplo, dentro del feminismo.

La forma de consumo es diferente

Si un libro lo sueles leer sentada, en algún sitio cómodo, un audiolibro lo puedes escuchar (me suena mejor leer) paseando o haciendo cosas de casa. Eso sí: me ocurre que no puede ser algo que requiera mucha atención. Por ejemplo: no puede ser un paseo en el que tenga que tomar muchas decisiones, sino una ruta que conozca. Igualmente, en casa, debo estar haciendo algo manual y sencillo como limpiar. Lo que tengo claro es que me parece muy raro sentarme a escuchar un audiolibro, igual que haría con un libro.

A mí, que me chifla pasar el día caminando, me ha dado una vía preciosa y espectacular, que estoy disfrutando mucho, para a la vez acceder a la cultura.

Cómo funciona

La app tiene varias opciones:

  • Yo empecé con un mes de prueba y supe al mes que iba a comprar la cuenta anual.
  • Puedes hacer búsquedas por palabras, autoría, categorías, tendencias…
  • Algo interesante: puedes buscar también por las personas que leen los libros. Así que, si te ha gustado tal o cual locutora, es una forma interesante (y diferente) de descubrir títulos. Es algo así como buscar pelis en las que sale tal actriz.
  • En tu biblioteca personal, puedes ir guardando títulos que te interesa. También tienes el listado de libros descargados, terminados
  • Yo suelo tener descargado el que estoy leyendo (y el siguiente si queda poco) para que la lectura no consuma datos si voy por la calle, en tren, en autobús, etc. Sin wifi, vamos. Una vez leído, lo retiro de descarga y marco como finalizado.
  • La app tiene también cierta gamificación. Te dan insignias por cosas como pasar muchas horas leyendo, guardar muchos títulos o hacer lecturas frecuentes. Son graciosas, pero no me han servido de mucho, la verdad.

Opciones mientras leer:

  • Puedes adelantar o retrasar a intervalos de 15 segundos (y también saltar capítulos, claro), parecido a YouTube o Spotify. Está bien por si te has perdido algo.
  • Puedes cambiar la velocidad. Esto es algo que yo no hago en los audiolibros, ni en los podcasts, pero sí mucho en vídeos, sobre todo si busco una información en concreto o estoy haciendo un curso y el tema ya lo controlo, pero no quiero saltármelo por si acaso.
  • Puedes hacer marcadores en parte, y anotar algo sobre ellos. Pero personalmente los encuentro algo incómodos todavía.
  • Temporizador de suspensión. En resumen: decirle que se apague en 15 minutos, por ejemplo, tú eliges el tiempo. Esto es algo que uso mucho si estoy en un viaje o en la cama. Así el audiolibro no se acaba solo si, solo por un casual, me quedo dormida.

Algo que la app no tiene y me encantaría que tuviera: poder compartir un fragmento de audiolibro en redes sociales o extraer de alguna manera mágica una cita textual.

Datos chorra

Según Audible, he escuchado en total 14 días, 15 horas y 36 minutos. El audiolibro más largo fue precisamente el primero: 46 horas y 47 minutos. Le gana con diferencia al segundo más largo: “Las tres bodas de Manolita” con sus 29 horas y 37 minutos.

A lo importante

Para mí lo más importante es el descubrimiento de un formato que me alucina. Descubrirme también a mí misma con la boca abierta por la calle, disfrutando, admirando cómo una voz y una historia me están tocando de esa manera.

Me encantó el vídeo “Por qué dejé de leer” de Ter. Venía a decir que, desde que se permitió subrayar y jugar con los libros, anotar en los márgenes y saltarse trozos, algo que se suele también rechazar, recuperó la lectura.

Para mí lo importante es que accedamos a la cultura. Y el audiolibro, por cierto, es un formato fantástico para hacerlo.

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