Leyendo “Feminismo para principiantes”de Nuria Varela descubrí la curiosa relación que tiene el feminismo con el movimiento antiesclavista.
El capítulo 3 trata de la Segunda Ola del feminismo y comienza con una cita de la Declaración de sentimientos (1848):
Decidimos que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del hombre, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni fuerza ni autoridad.
Me encanta la contundencia con la que elimina la autoridad o fuerza del machismo. También me sorprende y admira que señalen precisamente como antinatural, o contrario a la naturaleza, el sexismo, cuando precisamente algo tan opuesto como la homofobia se ha valido del mismo argumento para condenar y marginar la homosexualidad.
Luego se señala la muerte de Emily Wilding Davison, que se cuenta en la recomendable película Las sufragistas. Su terrible muerte provocó un gran evento feminista en las calles de Londres.
Por otro lado, el libro señala que a las mujeres estadounidenses “no les sacaron de casa sus propios problemas, sino una injusticia que se desarrollaba a su alrededor”. Las mujeres, tras luchar por la independencia de su país, se organizaron para acabar con la esclavitud.
Anécdota: la primera novela antiesclavista, y una de las más famosas, “La cabaña del tío Tom”, es obra de una mujer.
En resumen: muchas mujeres tienden a priorizar el cuidado de otras personas u otras luchas antes que sus propios problemas.
Involucrarse en el movimiento antiesclavista les sirvió para aprender la lucha civil y a debatir y, también, para comparar la situación de las personas esclavas… ¡con la suya propia!
Mientras, las prácticas religiosas protestantes empezaban a promover la interpretación personal de la Biblia, para lo que las mujeres tenían que aprender a leer y escribir. Gracias a esto, se empezó a reducir en Estados Unidos el analfabetismo.
Se habían reunido dos elementos importantes: lucha antiesclavista + alfabetización.
Entonces, en 1840, fue cuando se convocó el Congreso Antiesclavista Mundial. En el mismo, ¡se prohibió el acceso a cuatro delegadas estadounidenses por ser mujeres! Las delegadas, indignadas, decidieron centrarse en que se reconocieran sus propios derechos como mujeres.
En la mayoría de los libros de historia, el año 1848 está subrayado. Fue un año de revoluciones. En ese año, se publicó el “Manifiesto comunista”. Pero poca gente sabe que ese año también se creó la Declaración de Sentimientos, que se puede considerar la primera convención de los derechos de la mujer.
Esta declaración se basó como modelo en la propia Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Las mujeres se apropiaron de los discursos y la cultura vigentes para legitimar su filosofía. Fue una declaración tan parecida que así se daba mayor legitimidad a sus reivindicaciones y se recalcaba la incoherencia de la exclusión de las mujeres en tantos ámbitos de la sociedad.
La declaración se redactó en Seneca Falls, un pueblo del estado de Nueva York. 300 personas acudieron al encuentro sobre los derechos de la mujer, organizado por Elisabeth Cady Stanton y en el que participaba Lucretia Mott.
Elisabeth y Lucretia eran dos de las cuatro delegadas que, ocho años antes, habían sido expulsadas del Congreso Antiesclavista Mundial.
Imagen: Commons
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