el blog de los proyectos de Olga Berrios

Momentos creativos

Batido de cuentos cotidianos

Quizá, si pudiera volar, iría hasta Gotarrendura (Ávila) y la vería más o menos así desde el cielo. ¡Mira! Ahí está la casa de mi abuela.

Volar

He estado pensando en que, si pudiera volar, tendría que aprender a orientarme en el cielo. Quizá al principio usaría las carreteras, y sus carteles, y las vías del tren como referencia. Luego quizá las montañas. Quién sabe si, de noche, aprendería a leer en las estrellas. Aunque todo esto dependería de a qué altura y velocidad podría volar. Imagina que adquieres el poder de volar a, pero sólo a 3 kilómetros por hora y a 10 centímetros del suelo. ¡Ah! También he pensado que necesitaría un gorro y gafas de aviadora. Aunque vuele muy lenta, creo que me quedarían estupendamente.

Quizá, si pudiera volar, iría hasta Gotarrendura (Ávila) y la vería más o menos así desde el cielo. ¡Mira! Ahí está la casa de mi abuela.

Quizá, si pudiera volar, iría hasta Gotarrendura (Ávila) y la vería más o menos así desde el cielo. ¡Mira! Ahí está la casa de mi abuela.

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¿Qué es una montaña?

Viajo en autobús público. Atrás queda Granada. Si miro por la ventanilla, asoma Almería. Jaén espera todo recto. Observo las colinas peladas, los ramas de los olivos desenfocadas como en una fotografía, y descubro la conversación entre dos niños que viajan sentados más adelante:

– Eso es una montaña.

– No. No es una montaña porque no tiene nieve.

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El médico que no debía estar ahí

Ahora es médico de urgencias. Nos cuenta con cierta añoranza que fue médico deportivo del Real Madrid. El interés de su audiencia, otra chica y yo, se incrementa:

– ¡Hala! ¿Y te gusta el fútbol? -pienso que mucha gente sería feliz sólo con poder estar cerca de las estrellas. Sin embargo, quizá también existen quienes tienen que trabajar cerca de estos ambientes y lo detestan. ¿A qué grupo pertenecería él?

– Sí… sí que me gusta -aclara lentamente, pero intuimos que trata de esconder algo.

Pausa. Por la conversación, se sobreentiende que debería estar encantado, pero sus dudas muestran que algo falla. Finalmente, cual remate de chiste, lo confiesa como librándose de la angustia:

– ¡Es que yo soy del Atleti!

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