Desde hace unos meses, tengo esta graciosa práctica en casa. Quizá hacéis algo parecido. O no. Yo le llamo “Sugerencias de la chef”. La cosa es que me irrita mucho que los alimentos se pongan malos, así que de vez en cuando hago el ejercicio de pensar posibles comidas combinándolos y me apunto esas posibilidades de forma divertida en el frigorífico.
Yo no le había dado mayor importancia, pero hace poco me hicieron ver cómo “tonterías” (yo lo veía como tal) como ésta también son una forma de ahorrar recursos y mantener una vida más responsable con el planeta.
Si lo piensas, también es una forma de creatividad: ¿qué cantidad de platos puedes cocinar con pocos ingredientes?, ¿cómo combinarlos?, ¿cómo esta tarea puede resultar amena?
Puede suponer también un cambio de enfoque. De una posible situación problemática (“jopetas, qué estrés, no quiero tirar esos puerros”) o que causa aburrimiento (disponer de pocos ingredientes, quizá tener que repetir alguno que has comido hace poco) lo puedes plantear como una oportunidad: ¡hala!, ¡también puedo hacer esto y esto!
P.D.: Este post en realidad no lo he pensado yo. Los argumentos son de Esther.
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