Hace poco acompañé a una cibercorresponsal de Tetuán Punto Joven a realizar una entrevista al Espacio Naranjo, una nave de talleres de artistas del barrio.
Me gustaría compartir unas notas que pueden resultar de interés para la educomunicación:
- Olvida las preguntas que habíamos preparado previamente
- Su madre le ha restringido el uso del teléfono en diferentes horarios. Lo cual le impide usar la cámara y poder comunicarse conmigo si llega tarde
- Me pregunto a menudo cuándo intervenir, intento limitarme lo máximo. Supongo que, en algún momento, escribiré algo sobre esto: ¿por qué las personas adultas tenemos las manos tan largas y no respetamos los trabajos de las chicas y chicos? Pero, a la vez, ¿cuándo orientar, corregir, intervenir?
- El entrevistado, a menudo, me mira a mí en lugar de a ella. Esto da para otro artículo: ¿por qué a veces nos dirigimos, hablamos y miramos a la persona adulta cuando nuestra interlocutora debería ser la niña o el niño, la joven o el joven?
- El entrevistado nos presenta a todo el mundo como “los reporteros”, en masculino, cuando ambas somos mujeres. Lo repite en varias ocasiones. Me chirría muchísimo
- Improvisa las preguntas, ya que las ha olvidado. Me parece que divaga, no parece centrar su interés en algo
- Durante la entrevista, empiezan hablando sobre el espacio de artistas y luego se centran en lo personal: cómo empezó con el arte, cómo le marcó el libro que le prestó un amigo, la poesía e incluso acaban hablando de icebergs
- Quizá, en otra ocasión, podemos hablar sobre qué es el foco periodístico. Pero me encanta: esto es lo que le interesa, ¿por qué orientarlo?
- Apunta poquísimas cosas. Me pregunto si podrá reproducir la entrevista. ¿Deberíamos hablar sobre esto en una sesión? Pienso en la relación y el valor de saber tomar apuntes rápidos en clase y saber hacer esquemas útiles
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