el blog de los proyectos de Olga Berrios

Momentos creativos

Todas direcciones

Necesitaba consultarle algo a Trouxo. ¿Crees que si una persona escribe tanto tiempo al día como Amélie Nothomb se queda sin ideas y vivencias que contar? No, no creo. Fue su escueta respuesta. A veces, que no te expliquen la razón convence más. “Menos mal”, suspiré.

El autobús avanzaba. Hacía tiempo que mi amada montaña había desaparecido de la vista. Los caminos agrícolas que se dibujaban entre los campos me hacían fantasear con cicloviajes, como siempre. Me tranquilizó comprobar que mi mente seguía generando ese proceso.

Durante bastantes kilómetros, el autobús parecía perseguir a un utilitario que transportaba dos bicicletas de pie en la baca. Una era de paseo, la otra de montaña. Evidentemente, nadie las montaba en ese momento. Quizá iban o volvían de vacaciones. A juzgar por el equipaje, debían de ser unas vacaciones estupendas. Las bicicletas iban instaladas de modo que los manillares iban en sentido de la marcha. Parecían recorrer la autovía volando. Parecían llamarme telepáticamente: “sube, pedalea tan rápido como nos movemos ahora”. Inventé que yo era una galga, aquellas bicis eran unas liebres y la autovía un canódromo. O quizá fuera un caballo y las bicicletas una zanahoria.

En el horizonte se extendía una densa nube blanca casi rectangular. De tal tamaño que había que girar la cabeza para examinar sus extremos. Me entraron ganas de nadar. No supe por qué.

A la entrada de la ciudad, conté varias señales de tráfico de las que rezan “Todas direcciones”. Se me ocurrió que en parte eran prometedoras, pero por otra parte sospechosas. Había carreteras que conducían a todas partes… ¡qué liberador! Pero, por otra parte, ¿no era un poco engañoso? Seguro que no llevarían a aquella nube en la que me apetecía chapotear. ¡Menuda estafa!

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