Mi padre y mi madre habían sido educados en la fe católica, que perdieron en el momento de nacer yo. Resultaría gloriosamente terrible que existiera una relación causa-efecto, pero, por desgracia, parece ser que mi aparición en este mundo no desempó ningún papel en esta pérdida mística: lo determinante fue su descubrimiento de Japón.
En su juventud, a mis padres les habían contado que el cristianismo -e incluso el catolicismo- era la única religión buena y verdadera. Los habían atiborrado con ese dogma. Llegaron al Kansai y se encontraron con una civilización sublime en la que, sin embargo, el cristianismo no había desempñado ningún papel: consideraron que les habían engañado a la religión y tiraron las frutas frescas con las pochas y, de paso, cualquier rastro de misticismo.
Amélie Nothomb en “El sabotaje amoroso”.
Leave a Reply