El otro día vi esta publicidad en una marquesina:
¿Os habíais fijado en el mensaje?
Comentándolo con Ichi, una compañera del curro, me habló del libro “La ciudad de los niños” de Francesco Tonucci. Posiblemente me dedique a copiaros por aquí, poco a poco, la mitad del libro.
Aquí empiezo con parte de la introducción de Norberto Bobbio:
La ciudad es un infierno. Yo me protejo saliendo cada vez menos de casa. Pero no he olvidado mi vida de niño. Los más hermosos recuerdos de mi infancia son los de las vacaciones en el campo, cuando jugábamos sin ningún peligro al aire libre.
Durante varios párrafos habla del juego libre en las calles, sin el constante temor a un atropello o sin el bullicio del tráfico. Habla de cómo se ha reducido o eliminado el espacio de juego en las calles, pero también en espacios privados:
Ahora también en los patios el espacio se ha reducido cada vez más. ¿Reducido por qué? Una vez más por los coches, que han empujado a los habitantes de las casas a construirse cada uno su propio garaje.
Mis hijos no han jugado nunca en el patio. Y lo peor es que los “mayores” han comenzado a quejarse del jaleo que hacen los niños con su griterío y les han prohibido jugar por la tarde, a la hora que regresan de la escuela. No se quejan, sin embargo, del ruido que hacen los coches al salir del garaje por la mañana y cuando vuelven por la tarde.
Me interesa mucho la comparación coches VS personas o coches VS bicicleta.
Se regaña hasta el aburrimiento a jóvenes por romper una farola con un balón… o simplemente ante la hipótesis de que puedan hacerlo. Si tocas con una rueda de la bici una acera, hay señoras y señores que te protestan con una hostilidad desproporcionada. Son grandes inconvenientes vitales la música de un vecino o las risas de una fiesta.
Sin embargo, apenas hacemos aspavientos sobre todo el espacio que nos ha robado el tráfico. ¿El espacio? Me quedo corta: espacio, paz, tranquilidad, silencio, parques, jardines, seguridad, juegos, salud, un estilo de vida menos consumista…
En fin… ¿no hemos perdido nuestras calles y se la hemos regalado a unas máquinas?, ¿no nos hemos acostumbrado al infierno, a ciudades cada vez más feas y desagradables?, ¿os imagináis recuperando toooooodo ese espacio y paz?
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