Entre el proyecto en el que curro y que además estoy en un grupo de trabajo sobre Participación Infantil y el otro día estuvimos presentes en un seminario del Observatorio de la Infancia, pues sí, últimamente oigo hablar y le doy algunas vueltas a esto de la participación de lxs chiquillxs.
Precisamente en el seminario, una señora llamada Ochaíta, que es profe en la Universidad Autónoma de Madrid, puso palabras a algo que llevo proponiéndome cada día que llego a la oficina:
Tenemos que estar preparadxs para cambiar nuestras ideas sobre las capacidades de lxs niñxs.
También repitió algo que también escuché en el grupo de trabajo: se empieza en casa, en la familia.
Díganme:
- ¿A ustedes les consultaban las cosas en casa?
- ¿Su familia tuvo en cuenta su opinión a la hora de tomar decisiones como qué actividades extraescolares hacer, qué preparar de cena, dónde veranear o dónde mudarse?
Ochaíta también compartió algo curioso. Ella anda estudiando qué niveles y capacidades de participación existen a cada edad y señaló que, a un nivel bajo, claro, hasta el llanto de una bebé también se podría considerar una forma de participación inconsciente.
Eva
Ya me lo habías explicado, pero lo comento… Eso está muy interesante, para que l@s niñ@s puedan realmente desarrollar sus habilidades como todo el mundo lo hace (poniéndolas en práctica), sentirse parte activa, y abrirse a nuevas experiencias, en lugar de limitarse a la parcela que parece que se le ha diseñado. Y, bueno, dialogar un poco sobre las razones para tomar una decisión u otra, o hacer tal actividad y eso. Un amigo me ha contado que cuando tenía 14 años diseñó el plan de demolición de un edificio de su familia y se lo aceptaron en el ayuntamiento. Jeje me pareció algo muy lindo 🙂