- Evitar mostrar el conflicto como algo entre sólo dos partes, intentar mostrar a una variedad de grupos implicados. Evitar el maniqueísmo y el “o estáis conmigo o contra mí”.
- Evitar que se distinga el “nosotros” de los “otros”.
- Evitar tratar el conflicto como algo que sólo tiene lugar en el espacio y en el tiempo en el que ocurre la violencia física. Mostrar las causas y las consecuencias.
- Contar los efectos invisibles: psicológicos, futuros, en otros grupos, en otros países.
- Evitar que los bandos se definan a sí mismos repitiendo las mismas reclamaciones que sus líderes. ¿Están en completa sintonía?
- Evitar concentrarse en lo que separa a los grupos, hacerse preguntas sobre aspectos comunes.
- Evitar explicar la violencia con otro acto violento, es decir, reflejando sólo imágenes de los actos violentos.
- Evitar culpar a alguien en concreto del inicio del conflicto. Ver cómo se comparten los problemas. Tratar de nombrar todo lo que ha hecho mal cada una de las partes.
- Evitar centrarse sólo en el sufrimiento y miedos de una parte. Hacer de interés las reivindicaciones de todas las partes.
- Evitar victimizar el lenguaje (devastado, patético, tragedia), contar lo que podría haber hecho la gente.
- Concretar qué significa genocidio, tragedia, masacre, sistemáticamente…
- Evitar adjetivos demonizadores como “cruel”, “brutal”, “bárbaro”…
- Evitar etiquetas como “terrorista”, “extremista”, “fanático”, “fundamentalista”. Son formas de tomar partido.
- Evitar considerar que la firma de documentos de una victoria militar o de un alto el fuego lleven a la paz.
- Evitar estar esperando a que las lideresas y líderes ofrezcan soluciones. Explorar todas las iniciativas de paz.
Versión resumida y comentada del esquema de María del Carmen Gascón en “Comunicando paz”.
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