Por diversas circunstancias, me he convertido en una persona muy silenciosa. En la residencia de estudiantes donde viví mis primeros cuatro años en Madrid, mi silencio era tan escandaloso que resultaba incluso molesto.
Alguien me llegó a comentar que iba a ser mala periodista porque era incapaz de hablar.
– Los periodistas no tienen que saber hablar, sino saber escuchar -le espeté yo.
Pues precisamente el otro día estuve en la presentación de un libro que se titula “Escuchar a Iraq”.
Se trata de un libro cargado de testimonios de víctimas de la invasión estadounidense y del régimen de Sadam. Fotografías y relatos que difícilmente encontramos en los medios de comunicación convencionales.
Un periodista entre el público le preguntó al autor Abel Ruiz de León cómo era capaz de sacar semejantes historias, tan dramáticas. A él aquel trabajo le parecía dificilísimo. Pero a mí la pregunta me avergonzó.
– A mí me parece más difícil hacer los artículos geoestratégicos y políticos que normalmente se hacen que publicar un testimonio como estos -respondió Abel.
Laura
jo, sí que estuviste! tremendo! y no te reconocí! yo había ido con la agencia EFE, estaba con mi cámara al final… cachis! qué rabia no haberte conocido en persona!
Olga
Eso tiene fácil solución, Laura.