18.47. Corredera (Callao)
Llegamos a la Hermandad del Buen Refugio. Aquí hay cenas y comidas de plato y bocadillos y muy buenos dulces para los que se quedan sin plaza.
Justo frente al portalón de la hermandad, hay un balcón con un cartel que reza:
Si hacéis obras de caridad, hacedlo bien, no en la calle. Los pobres necesitan atenciones y servicios. Abrir [sic] las puertas no cerrarla [sic]”.
Desde el asesinato de un joyero y de una prostituta en el barrio, bastantes vecinos se movilizaron con manifestaciones.
“Lo peor es que van contra la prostitución y la delincuencia, pero nos meten a nosotros en el mismo saco”.
Pedro protesta burlándose: “No pueden pedir que cierre este comedor que lleva en pie desde 1877, antes que ellos… Que se lo hubieran pensado antes de mudarse aquí”.
Este mes vuelve a ponerse en marcha el servicio del ropero después del parón del verano. El “controla” anuncia que será el miércoles y hay cupo para 20 personas, tres por país.
Hacemos cola durante más de media hora. Los comensales son de lo más variopinto. Hay desde gordas sordas y jóvenes dormidos de droga a acarameladas parejas, guiris y mayores con aspecto de maestro de escuela.
Saludan a bastante gente y se intercambian información de parques recogidos o soportales vacíos para dormir. “Aquí he investigado yo mucho”, asegura Isabel.
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