el blog de los proyectos de Olga Berrios

Bici

El acoso cochista

zorros conduciendo coches en un atasco de tráfico

Ayer me ocurrió algo muy desagradable. Y no era la primera vez. Circulaba en bicicleta por la tarde por una calle de un único carril y sentido. Desde su coche, un conductor que se acercaba por detrás me gritó: “¡Échate a la acera!”. Yo alcé un brazo y encogí los hombros como diciendo: “¿Qué hago? Estoy circulando correctamente“.

El señor no se le ocurrió otra cosa que acelerar todo lo que pudo. En el momento, con poco tiempo de reacción, se me pasaron dos posibles respuestas por la cabeza: echarme a un lado o bajarme de la bici y esperarle. No sé cómo, opté por la primera.

El tipo me adelantó agitando un brazo y, escasos metros más adelante… ¡¡entró en una cochera!!

Posibles soluciones

Con el corazón latiéndome fuerte, me pregunté qué más podría haber hecho en esta situación.

¿Y si hubiera esperado al coche? ¿Y si hubiera sacado el móvil para llamar a la policía o grabar? ¿Hubiera frenado si me bajo de la bici en mitad de la calle? ¿Se le hubiera cruzado el cable y acelerado más? ¿Podría frenar, pero bajar del coche para insultarme o agredirme? ¿Podría colarme en la cochera con la bici y explicarle?

¿Algo serviría? ¿Alguna alternativa soluciona el problema?

Sólo siento indefensión.

Jugar a matar

bicis voladoras

Imagen: Mike Rubbo

Otro pensamiento se me pasó por la cabeza más tarde. Quizá, desde la visión una o un conductor, esto se vive diferente. Pero, desde la perspectiva de una persona que no conduce, y que teme a los coches y más a sus cochistas, por un momento pensé que el tipo estaba “jugando a matarme”, fingiendo esa posibilidad.

Acelero para asustarte. Acelero para que pienses que bien podría pasar por encima de ti. Porque me lo merezco porque mi tiempo es más importante que el tuyo. Porque la velocidad es fundamental. Porque mi vehículo tiene prioridad sobre el tuyo. Porque mi vida es más valiosa que la tuya.

O, simplemente, porque me estorbas.

Los otros bullying

chica bicicleta

Imagen: ettschioppa

En ocasiones, parece que el acoso se reduce al acoso sexual y/o laboral y el bullying a una cosa de patios de institutos y colegios.

El acoso ocurre en multitud de situaciones. Puede que una compañera de trabajo mine tu ánimo cada semana, y además consiga arengar a otras personas para reforzar sus ataques. Puede que un supuesto amigo y compañero de voluntariado no pare de bromear sobre ti hasta agotarte, escudándose siempre en la libertad el humor y en hacerlo con cariño.

En una cancha de baloncesto, un grupo de adolescentes puede empezar a jugar con violencia, a base de balonazos, para intimidar al grupo de niñas y niños que llegó primero para usar el espacio… que acaban abandonándolo. En una piscina, un nadador habitual, a menudo curiosamente con escasa técnica, puede ocupar espacio en la calle y nadar de tal manera que no permita un nado pacífico al resto de deportistas. Que acaban cambiando de calle o saliendo de la piscina, quizá tras tres o cuatro golpes.

En un gimnasio, un cachas puede sentirse con el poderío suficiente como para echar a una chica novata de una máquina que usaba simplemente afirmando que él la estaba usando antes. En la calle, muchos hombres encuentran satisfacción en piropear o mirar de forma desagradable a otra chica a la que no conocen.

¿Identificamos todos los acosos que existen? ¿Cuáles os han ocurrido? ¿Nos identificamos a nosotras y nosotros mismos como acosadoras y acosadores cuando lo somos?

Otros tipos de acosos cochistas

Vuelvo al acelerón de ayer. Algo parecido me ocurrió hace años, en la cuesta de la calle Fuentes de Madrid, cerca de la Plaza Mayor, cuando un coche aceleró para intimidarme, me eché a un lado, y el tipo tuvo que frenar en el semáforo que hay al final de la calle.

También he vivido otros tipos de acosos: gritos, pitidos, maniobras peligrosas como adelantar sin cambiar de carril (en Madrid es obligatorio), circular pegado a la bici o cerrar el paso en giros a la derecha o porque sí.

De hecho, una vez un taxista me adelantó de forma intimidatoria para justo parar su vehículo frente de mi bicicleta en doble fila.

2 Comments

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    pedro

    quitando dramatismos lo queocurre es que las bicis y los coches tienen que ir segregados. Un conductor de coche aunque sea el tio mas civico del mundo cuando se encuentra un ciclista a 20Kmh en una zona en la que se circula a 80Kmh es simplemente un problemon, tanto para adaptarse el al trafico como para sortear al ciclista sin matarlo o provocar un accidente metiendose en la otra via. Yo quitaria todo el dramatismo y el victimismo e iria a la fuente del problema que es que los coches y bicis no pueden fisicamente compartir carril.

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    Cualquiera pensaría que situaciones como éstas se resuelven simplemente con un poco más de respeto por parte de todos, pero lo cierto es que existen circunstancias materiales que favorecen el acoso, que incitan a que algunos se sientan con más derecho que tú a circular por la calzada. No es una cuestión de educación, sino de derechos.

    Apelar al respeto mutuo no sirve de mucho cuando se parte de una situación de desigualdad de derechos. Mientras no consigamos transformar las condiciones materiales por las que unos usuarios de la vía se sienten con más privilegios que cualquier otro usuario a circular por la calzada, las situaciones de abuso y de acoso se seguirán dando.

    Cuando la política de movilidad de tu ayuntamiento y el diseño de las calles de tu ciudad están pensados para moverse preferentemente en coche, cuando segregan a las bicicletas en carriles bici y reservan el lugar privilegiado de circulación (la calzada) para el vehículo motorizado, ya sabes quién tiene más derecho que tú a moverse por ella.

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