el blog de los proyectos de Olga Berrios

Activismo, Momentos creativos

“La vivía como una amenaza”

¿Sabes cuando lees un libro, te indignas con algún personaje por su actitud y esperas que alguien le responda contundemente?

Comparto una larga cita. La he estado esperando unas 230 páginas. Es un momento que ansiaba, ya que, tras muchas páginas, el protagonista actúa como un machista de cuidado, y fantaseaba con este momento en el que alguien le describiera, le respondiera de verdad. En la escena, la chica con la que ha convivido en Estados Unidos renuncia a casarse con él y seguirle a México.

Atención:

– Pero, ¿por qué no? ¿Qué será de ti? ¿Qué vas a hacer sin mí?

– Lo mismo que tú sin mí. Voy a sobrevivir, no te preocupes. Me acostumbré a tu presencia y lo haré con tu ausencia.

Lorenzo se derrumbó. Nunca imaginó semejante respuesta. Éste era un fenómeno extra galáctico aún sin explicar, si él había sido capaz de describir las líneas de emisión de objetos estelares, cómo podían habérsele escapado los de esta criatura que era parte de su vida cotidiana. La mujer debía estar loca, pobrecita, era una inconsciente. ¿Qué sería de ella? Sin embargo, de lo más hondo de su ser salió un lamento que tampoco había previsto.

– Lisa, yo no te quiero dejar.

– Pero te vas, y yo no podría vivir en otro país que el mío.

– Imposible quedarme, imposible traicionar a mi país, no podría verme la cara en el espejo. Te llevo conmigo -se violentó Lorenzo.

– No quiero ir.

– No entiendo, Lisa. Jamás imaginé que me harías esto. (…)

– El que se vas eres tú y resulta que la que hiere soy yo.

– Te he ofrecido matrimonio, te propuse ir juntos.

– Tú eres un macho mexicano, Lorenzo, yo soy anglosajona, me costaría demasiado adaptarme…

– ¿Yo macho? -la interrumpió indignado.

– Lo eres hasta en tu forma de coger (…) Somos distintos tú y yo, a mí me gusta andar desnuda por toda la casa, me atrapa la libertad, a ti te atrapan las obligaciones. Siempre te debes a algo, yo no me debo a nada. (…)

¡Cuánta brutalidad! ¡Cuánta indecencia! (…) Lorenzo se tambaleó.

– Hablas con  mucha crudeza para una mujer.

– No me salgas con eso, Lorenzo, vivimos en mi país, no en el tuyo donde las mujeres son esclavas. Aquí los dos sexos somos iguales. Los espermatozoides y los óvulos son el resultado de una evolución primitivamente idéntica, recuérdalo.

Lorenzo sintió que la odiaba. Lo que él buscaba en una mujer era que no le creara problemas, por eso la había odiado cada vez que lo contradecía. “No seas conflictiva, déjame trabajar”. Odiaba su feminismo. Odiaba su crítica. Mientras era su cómplice la aceptaba, pero en el momento en que le hacía frente, la vivía como una amenaza. (…)

Quería dominarlo, eso es, le quitaba la paz necesaria a la investigación, era una malcriada (…)

Elena Poniatowska en “La piel del cielo”.

poniatowska

 

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