– Papá, tienes que hablar con Lorenzo, te aseguro que hay momentos en que pierde la brújula -Diego preocupó al señor Beristáin.
– Es que es terriblemente inteligente y muy sensible.
– Todo lo inteligente que quieras, pero algún día va a cometer una locura.
– Eso lo sé. De todos ustedes es el único que puede llegar al suicidio.
– ¿Qué?
– Así es, Diego, tu amigo De Tena es capaz de los actos más extremos.
– ¿Y si lo sabes, por qué no le ayudas?
– Claro que le ayudo, en la medida que él lo permite (…)
La gran orfandad del muchacho lo conmovía tanto como su ateísmo, que declaraba una y otra vez, que desde que no creía era un hombre libre, entre más citaba a Nietzsche, más le daban ganas de abrazarlo y decirle que le faltaba todo y que él, antes que nadie, estaba dispuesto a dárselo. Sin embargo no era fácil.
Elena Poniatowska en “La piel del cielo”.
Imagen: silik
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