Margarito vuelve a la carga. En este caso alguien -no sabemos si de la Administración o de su propia entidad incluso- le revisa el proyecto para presentar a la subvención y aporta numerosas “sugerencias”.
Y aquí algunas de las interrogantes que me suscita este tipo de escenas…
¿Hasta qué punto se adaptan los proyectos para conseguir la financiación? ¿Es posible que pierdan su esencia? ¿A veces incluso que se conviertan en un circo de antojos? ¿Cómo se podrían controlar este tipo de influencias ideológicas y personales sobre la redacción de proyectos?
¿Por qué se genera esa sensación de lotería? ¿Sirven para algo las memorias de seguimiento? ¿Realmente se ofrecen pistas y orientaciones para formular y ejecutar correctamente los proyectos o en cada convocatoria nos arriesgamos a perder el esfuerzo realizado, a parte de puestos de trabajo?
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