Hay una viñeta que me flipa en “Tierra de sueños” de Taniguchi. En ella, el perro protagonista sale mirando hacia arriba, hacia el narrador. En un picado. Me encanta ese momento: la mirada de un perro a una persona.
Ésta es la Plaza de Santa María. Nunca la había mirado así… y mira que he ido veces a mirarla. Eché la foto como si no fuera de aquí, como cuando me quedo embobada con un detalle en otra ciudad desconocida. Es sorprendente cuando, de alguien o algo de lo que no esperabas más, como esta plaza, se levanta y te da una lección impredecible.
Algunas veces fantaseo mucho. Me pregunto cúanto es fantasear demasiado.
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