En Marruecos, Latifa Baali era secretaria en una empresa. Cuando se trasladó a España, descubrió que su única forma de subsistir sería trabajar como interna en una casa.
“Además, incluso para este tipo de trabajos, para las marroquís es complicado que te contraten, y más para las que llevan pañuelo”, protesta.
Finalmente, consiguió un puesto en un pueblo de Toledo. Ella sola tenía que limpiar un chalet de tres plantas, cuidar a tres niños y a cinco perros, mantener la piscina, cocinar, planchar, hacer la compra…
En régimen de esclavitud
Recuerda cómo, en una ocasión, le despetaron a las tres de la madrugada para que buscara una bufanda que se habían dejado en el coche. “Mi habitación estaba en la planta baja, pero apenas la utilizaba porque me pasaba el día trabajando”, explica, “y decían que yo era como de la familia”.
Los pocos ratos que libraba, le presionaban para que siguiera en casa “porque no había acabado el trabajo”. Pero siguió “aguantando” porque no tenía muchas más oportunidades. Le pagaban con retraso e incluso llegó un momento en el que le debían dinero atrasado.
Por fin, Latifa decidió reclamar su dinero. Pero no querían entregarle el suelo completo, 750 euros, y le pusieron todo tipo de pegas: “Incluso me acusaron de haber roto una cama”.
Finalmente, cogió el dinero que le ofrecían y se marchó: “Les dije que aunque no tuviera papeles tenía derechos humanos”.
En la agencia de empleo que le había puesto en contrato con su jefa tampoco le ayudaron mucho más, “sólo me dijeron que buscara otro trabajo”.
Caso ganado
Fue en la agencia de Precarias a la deriva donde encontró apoyo y le animaron a denunciar a su jefa, un paso que parece imposible -e incluso arriesgado- si no se tienen papeles.
Su jefa negó que hubiera trabajado con ella. Incluso le amenazó con denunciarla por robo. “Me quiso meter miedo, pero con esto me metió más ganas de luchar”, apunta. Y añade: “Yo no quería ganar más de lo que me correspondía, sólo quería que me dieran lo acordado”.
El juicio y la intermediación se celebraron finalmente en 2007. Lo prepararon muy bien, llevaron una grabadora y carteles sobre la esclavitud, declararon personas de la agencia de empleo y de la asociación como testigos. Una compañera de Precarias hizo la mediación y, finalmente, su jefa tuvo que aceptar todo.
Las conclusiones de Latifa
“Aunque no tenía papeles, ganamos”, anuncia orgullosa. “Desde entonces creo que tenemos que luchar por nuestros derechos y, además, que no podemos luchar solas”.
Actualmente, Latifa ya tiene papeles. Ha seguido haciendo un trabajo de 12 horas por 700 euros al mes, del que le han echado por reclamar su derecho a la seguridad social.
Latifa ha contado su experiencia duranta las actividades desarrolladas por el Centro Hispano-Marroquí de Madrid para visibilizar cómo se organizan las mujeres:
“La crisis está siendo muy dura, pero no hay que llogar -concluye-. No es que la crisis nos esté afectando, es que la estamos pagando nosotras. Porque, sin nosotras, no se mueve el mundo”.
Haz algo
28 de marzo, manifestación por los derechos de las empleadas domésticas
Machecha
No es que la crisis nos esté afectando, es que la estamos pagando nosotras. Porque, sin nosotras, no se mueve el mundo”.
Sin palabras,
Machecha
Nadia
Buenísimo el post. Esto demuestra una vez más que…impossible is nothing!Todas a la movilización del 28 de marzo!
conchi
que alegria leer algo asi dan fuerza de reclamar tambien estoy sin papeles estoy interna solo salgo viernes de 5 a 9 y domingo de 9 a 9 no me pagan festivo media paga menos y vacaciones menos llevo 2 años y medio lo que sufre una sin papel solo comprende la que pasa por esta situacion son inhumano solo piensan en ellos