el blog de los proyectos de Olga Berrios

Escaparate personal

Be-ta-ca-ro-te-no

Veraneábamos en un pueblo de Ávila. Cuando era chica, tenía la afición de sembrar lo que encontrara por la cocina de mi abuela. Garbanzos, lentejas, habichuelas, qué sé yo.

Tenía pequeñas huertas en varias esquinas del pueblo-aldea-aún-sin-asfaltar, en el patio de la casa, en el patio de una vecina.

Cada mañana, hacía la ronda con una botella de agua de cristal. Regaba.

Tengo el especial recuerdo de ir a recoger zanahorias (de las de verdad, de la huerta de mi abuelo). Un día de niebla. Muchísima. Y el olor de las zanahorias.

Nunca recogía la cosecha de mis mini huertas. Septiembre obligaba. Vuelta a Jaén. Al cole.

“Te he estado regando la huerta -me contaba mi abuela cuando llamaba.- Y ya está casi para recoger”.

“El otro día un coche debió de pasar por la calle tal y se llevó la mitad de tu huerta”, informaba.

Comprenderéis que lo de recoger una cosecha -totalmente cuidada por mí- me hará ilusión.

brotes de zanahorias zanahorias zanahoria

fotos de marzo, abril, junio

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