Hoy, como otros días, dos hijas y una nieta de las ladies jugaban al fondo de la clase. Me ha parecido que jugaban a “entrevista de españolidad”.
– ¿Cómo te llamas?
Inquiría una a otra con una revista en la mano, como si fuera un expediente.
– ¿Cuántos años tienes? ¿Cuántos años tiene tu padre?
En algún momento han discutido si una niña de 8 años puede tener DNI.
¿Os imagináis que realmente muchas niñas y niños jueguen a este tipo de cosas? ¿Cuántas veces habrán oído este tipo de interrogatorios?
Carol ironizaba: “¿Jugamos a “entrevista con la trabajadora social”? ¿Cuánto te pega?”
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Contra la pared
Leandro
Buf, me ha dejado helado.
Si lo razonas, llegas a una conclusión muy simple y nada dramática, si quieres, que es que los/as niños/as repiten lo que escuchan, arman su vocabulario y sus ‘juegos de adultos’ en base a la realidad que les rodea.
En la línea de la practicidad, si su entorno tiene a menudo sus vericuetos de papeleos, siempre mucho más largos de lo normal, no tiene por qué extrañarnos.
Así y todo, es demoledor. De repente has construido esa imagen en mi mente y me he quedado impotente. Es otro daño colateral (colateral?), una huella de diferencias que se marca a fuego y se propaga en el tiempo.